lunes, octubre 30, 2006

ANTE EL CONFLICTO EN OAXACA

En los sesenta: López Mateos, Uruchurtu, Díaz Ordaz y Luís Echeverría desde el primer día mandan al ejército, dando de palos, encarcelando a los líderes y decretando el estado de sitio.
En los setenta: Los presidentes Luís Echeverría y López Portillo transan con los jefes del movimiento y dirigencia que no acepta es desaparecida. Se genera dinero para aumentar el gasto público y repartir presupuesto.
En los Ochenta López Portillo y Miguel de la Madrid no hacen nada. Ante la inflación secundaria al exceso de gasto publico de la década anterior la gente esta aturdida preocupada por sobrevivir sin fuerza para protestar. Hay que conseguir el dinero para la mordida que sirva para adquirir una línea telefónica o una casa en el infonabit. Hay que pagar la tarjeta de crédito y reparar su carrito.
En los noventa Salinas de Gortari manda al ejercito a que rodee la ciudad y ya controlado todo, organiza con los cabecillas una forma de gobierno local.
En el 2000 Fox deja que se manifiesten. El nuevo federalismo debe de funcionar. Mas Fox no contaba con que las provocaciones irían más allá de la manifestación pacifica. No esperaba que los dirigentes mandaran a la tropa a tomar edificios públicos y privados. Gente dañaría propiedades y a la propia gente. En ese momento el aturdido seria Fox y la inacción corre el riesgo de convertirse en indolencia.

sábado, octubre 28, 2006

OAXAXAXACA

¿En donde quedo la encomienda de educar? ¿La misión de alfabetizar? ¿El compromiso de enseñar higiene y medicina preventiva básica? ¿El encargo de formar ciudadanos con conciencia cívica y ecológica? ¿Donde están o han estado las lecciones de geografía e historia? ¿Quien les muestra a los alumnos los peligros del populismo? ¿Quien instruye las matemáticas básicas y los pormenores de nuestro idioma?
La misión tradicionalmente se ha cumplido a medias.
El problema agudo, actual, radica no en la gran cantidad de apuros y conflictos que aquejan a Oaxaca sino en el perfeccionamiento de una táctica política que se sustenta en el cinismo y la impunidad y que toma como bandera los abundantes aprietos de la sociedad.
Nos hemos acostumbrados a vivir en un sistema en donde la ley es la ilegalidad. La justicia ha perdido efectividad. La autoridad no tiene autoridad. Los funcionarios no tienen mando. La policía se ha ganado la falta de respeto. El descaro, la insolencia, la osadía son partes de la vida diaria. La responsabilidad personal se ha extinguido. La cobardía es el eje de la vida de gran parte de la población. El que atropella corre, el que ve un asalto cierra los ojos. El que puede robar roba. El funcionario trata de morder y si no lo logra desata su ira sobre el ciudadano. El que puede se adelanta en la fila. Los semáforos y los letreros de vialidad no indican nada. Vivimos una época sin ley pero con celulares, medicamentos, instrumentos de materiales sofisticados, proyectiles poderosos, Internet, alarmas, computadoras, visión nocturna, GPS y un sin numero de monerías que son bien aprovechados por los delincuentes.
En la política algunos han aprovechado los desordenes socioculturales. La anarquía consecuente en un mundo en cambio constante en una sociedad pasiva sin elementos para adaptarse.